viernes, 10 de marzo de 2017

REFLEXIÓN SOBRE EL MATRIMONIO Y LA FAMILIA

     No podemos hablar de la familia como cristianos sin tener primero como eje principal a Cristo. Cristo es nuestro pilar, y Cristo nos muestra sencillamente que Él es Camino,Verdad y Vida.



Como cristianos libremente nosotros venimos a recibir un Sacramento, el sacramento del Matrimonio. Y en este sacramento no somos dos solamente los que estamos presentes en este compromiso de formar una unidad de por vida, de construir una familia. Es una nota que nos diferencia. En nuestro matrimonio por medio del sacramento incorporamos a Cristo. Recibimos su gracia y su apoyo para fundar esta familia, una Iglesia doméstica. Y cuando recibamos a nuestros hijos, ¡ojo!, no como un derecho, sino como un don, una gracia de Dios, tenemos que ser los que proyectemos sobre ellos la fe que hemos recibido para que vivan el camino a la santidad a la que todos los bautizados estamos llamados. La familia estamos llamados a ser colaboradores de Dios, co-creadores con Él. Estamos llamados a donarnos y a donar a la Iglesia más hijos, nuestra familia.

       Si tenemos a Cristo como eje seremos una iglesia doméstica, que junto con otras vamos formando una parroquia y formando la Iglesia universal. Que es una familia de familias. Lo mismo que en la sociedad civil la familia es la primera célula, así mismo lo es en la Iglesia. Con la diferencia que en la Iglesia está Cristo que nos ayuda en este proyecto de familia que no siempre es fácil.

   Dice el papa Francisco al I Congreso Latinoamericano de Pastoral Familiar que se realizó en 2014 en Panamá Más allá de sus acuciantes problemas y de sus necesidades perentorias, la familia es un ‘centro de amor’, donde reina la ley del respeto y de la comunión, capaz de resistir a los embates de la manipulación y de la dominación de los ‘centros de poder’ mundanos”,. Más adelante afirmaba “en la familia la fe se mezcla con la leche materna”.

     La familia es el lugar privilegiado donde se puede trasmitir la fe. No hay catequista, por mucha preparación y mucha experiencia que tenga, que pueda superar el ejemplo de una madre cuando le enseña a su hijo a rezar a la Virgen o de un padre arrodillado ante el sagrario. Tenemos la obligación de mantener esa llama encendida de la realidad que creemos firmemente que no es ni más ni menos que Cristo.

     Tenemos que tener una clara mirada y ser consecuentes con nosotros. Somos cristianos y queremos permanecer en Cristo, lo tenemos que mantener, proyectar y propagar. Mantener en nosotros la fe, proyectarla sobre nuestros hijos, sobre nuestra familia y propagar a nuestro alrededor, a todos los que nos rodean. Y si estamos en Jesús, no será una tarea difícil. Una familia que se quiere, una familia cristiana que vive la fe no necesita hacer grandes cosas. Con su alegría, con su vivencia cristiana son testimonio de Jesús en el mundo actual, que tan necesitado está de amor, de alegría, de coherencia, de fe...
Esa es una misión importantísima de la familia. La familia tiene que ser evangelizadora. Y conscientes de la importancia de esta tarea la Iglesia en general y nuestra parroquia en particular cuenta con una Pastoral de Familia. Un lugar y un tiempo de encuentro donde aprender, compartir, propagar nuestra fe, para que cada día nuestras familias sean más santas y puedan ser fermento de santidad en la sociedad que nos rodea.


     Hemos hablado de contar con Cristo en nuestro matrimonio. Algunas personas se preguntarán ¿Cómo vamos a tener a un extraño entre nosotros? Para eso tenemos que conocerlo, enamorarnos de Él, como hicimos con nuestro novio o novia. ¿Dónde podemos conocer a Jesús? En el Evangelio y en la Eucaristía, la Santa Misa. Acudiendo asiduamente a los sacramentos, escuchando su palabra en la Sagrada Escritura. Y una vez que lo conozcamos, que seamos parte de Él y Él sea parte nuestra, tendremos que hablar con Él, mediante la oración. Oración constante, individual, en familia, en la parroquia…

    Por eso volvemos a insistir en invitaros a participar en la Pastoral Parroquial Familiar. No penséis que es un compromiso muy grande, tenemos solamente una reunión mensual, donde recibimos una formación cristiana sobre distintos temas que afectan al matrimonio, a la familia, a los hijos… Y no sólo invitamos a los novios que estáis próximos a casaros, también a los matrimonios que ya lleváis unos años casados. Así, en este mundo donde nos están vendiendo la precariedad y la provisionalidad de la familia, podéis ser testimonio y ejemplo del verdadero amor y la fidelidad si contamos con Cristo.