En el libro "La
sabiduría del vivir" hay un extracto que dice algo así como
que nunca nos fijamos en las cosas más simples. Y es verdad.
Ahora que estamos en otoño, ¿os habéis fijado que se caen las hojas? Pues no, no se caen, se desprenden. Y lo hacen en un gesto de generosidad, para que broten otras nuevas. Cada hoja que se suelta es una invitación a nuestra predisposición al desprendimiento.
A muchos, la mayoría, nos cuesta soltar muchas de esas hojas por miedo a la incertidumbre, porque nos sentimos cómodos y seguros con nuestros hábitos perennes, nuestras conductas fijadas, nuestros pensamientos arraigados, nuestro entorno conocido...
Las hojas, sin embargo, no se aferran a las ramas, se lanzan al vacío del aire porque saben del latido profundo de una vida que está siempre en actitud de renovación. Cada hoja susurra al oído del alma : ¡entrégate! ¡abandónate! y ¡confía!
Hoy queremos dar las gracias por vuestra generosidad en ser "esas hojas que se desprenden", por sumergiros en un auténtico espacio de fe, confianza, esplendidez y donación. Por esa vida entregada a Dios y a los demás; uno en la parroquia y otro como misionero.
Y para que no desfallezcáis en tan ardua tarea qué mejor que ir de la mano y bajo la protección de nuestra señora, la Reina de los Angeles y nuestro patrón San Abundio .
A ellos os encomendamos y os tenemos siempre
presentes en nuestras oraciones.
Gracias por todo : d Francisco José y d Francisco Manuel