"La santidad de la
vida no es un beneficio singular que se concede a algunos privilegiados y no a
los demás, sino que a ella todos estamos llamados y es un deber común: que la
consecución de las virtudes, aunque cuesta, es posible para todos con la ayuda
de la gracia divina que a nadie se niega".
(Pío XI, Enclíclica Rerum
Omnium)
Se acerca el día 1 de
Noviembre, se celebra la Solemnidad de Todos los Santos. La Iglesia nos manda echar en este día una mirada
al cielo, que es nuestra futura patria.
Se conmemoran a todos los millones
de personas que han llegado al cielo, aunque sean desconocidos para nosotros.
Santo es aquel que ha llegado al cielo, La
Sagrada Biblia llama "Santo" a aquello que está consagrado a Dios. La
Iglesia Católica ha llamado "santos" a aquellos que se han entregado
ellos y su propia vida como una ofrenda agradable a Nuestro Señor.
Entre esos millones de Justos a quienes
honramos y que fueron sencillos fieles de Jesús en la tierra, están muchos de
los nuestros, parientes, amigos, miembros de nuestra familia parroquial, a los
cuales van hoy dirigidos nuestros cultos. Ellos adoran ya al Rey de reyes y
Corona de todos los Santos y seguramente nos alcanzarán abundantes
misericordias de lo alto.
Comunión de los santos

Aunque todos los días
deberíamos pedir la ayuda de los santos, es muy fácil que el ajetreo de la vida
nos haga olvidarlos y perdamos la oportunidad de recibir todas las gracias que
ellos pueden alcanzarnos. Por esto, la Iglesia ha querido que un día del año lo
dediquemos especialmente a rezar a los santos para pedir su intercesión. Este
día es el 1ro. de noviembre.

Se puede aprovechar esta celebración para
hacer un plan para alcanzar la santidad y poner los medios para lograrlo:
Detectando nuestros defectos y planteando metas para combatirlos; Orando
humildemente, reconociendo que sin Dios no podemos hacer nada y acercándonos a
los sacramentos.
Esta es la voluntad de Dios: Que lleguemos a la santidad.
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