"Una flor sobre su tumba se
marchita, una lágrima sobre su recuerdo se evapora. Una oración por su
alma, la recibe Dios." -San Agustín
"Cada uno se presentará ante el
tribunal de Dios para darle cuenta de lo que ha hecho, de lo bueno y
de lo malo." - Santa Biblia
El 1 y el 2 de noviembre
nuestro pensamiento se remonta hacia la eternidad, al recuerdo de los santos y
de los difuntos. La fiesta de los Fieles Difuntos responde a una
larga tradición de fe en la Iglesia: orar por aquellos fieles que han acabado
su vida terrena y que se encuentran aún en estado de purificación en el
Purgatorio. Pero en el Purgatorio
hay alegría. Y hay alegría, porque hay esperanza; en él sólo están los
salvados.
Noviembre, mes de los
difuntos, de las hojas caídas, de los días cortos y del invierno en
puertas, tiene para la gente un carácter funerario. Para nosotros debe tener un
aspecto pascual y luminoso, el mismo que llena de resplandores a la muerte
cristiana.
El mes de noviembre es un mes eclesial. Se llama Iglesia a la
asociación de los que creen en Jesucristo. La Iglesia se divide en tres grupos.
Iglesia triunfante: los que ya se salvaron y están en el cielo (los que
festejamos el Dia de Todos los Santos). Iglesia militante: los que estamos en
la tierra luchando por hacer el bien y evitar el mal. E Iglesia sufriente: los
que están en el purgatorio purificándose de sus pecados, de las manchas que
afean su alma.
Sin querer se nos ha metido una mentalidad pagana al hablar de la muerte.Miramos sólo un aspecto terrorífico y macabro, la corrupción del sepulcro, elabandono de todos, la soledad de la tumba. Esa mentalidad es poco de cristiana. Nosotros estamos afianzados en la virtud teologal de la esperanza, como dice el Credo: "Espero la resurrección de los muertos". La muerte aterra a muchos porque interiormente tienen una mentalidad pagana.
El cristiano "no se
muere", en sentido pasivo, y con su muerte acaba todo, sino que
"muere", es decir, entrega su alma al Creador. El cristiano no muere
solo, sino que muere con Cristo.
San Pablo decía a los
fieles de Tesalónica: "No os entristezcáis, como los demás que no tienen
esperanza. Pues si creemos que Jesús murió y resucitó, también Dios, a los que
murieron por Jesús, los llevará con Él... Consolaos, pues, con tales
pensamientos" (1 Thess. 4,12-13.17).
Con nuestras buenas
obras y oraciones -nuestros pequeños méritos- podemos aplicar a los DIFUNTOS
los méritos infinitos de Cristo. La práctica de orar por los difuntos es sumamente
antigua. El libro 2º de los Macabeos en la S. Biblia dice: "Mandó Juan Macabeo
ofrecer sacrificios por los muertos, para que quedaran libres de sus
pecados" (2Mac. 12, 46). La piadosa idea de la
"conmemoración de los fieles difuntos" nació con San Odilón, abad de
Cluny, que determinó, hacia el año 1000 que en todos sus monasterios, dado que
el día 1 de noviembre se celebraba la fiesta de Todos los Santos, el día 2 se
tuviera un recuerdo de todos los difuntos. De los monasterios cluniacenses la
idea se fue extendiendo poco a poco a la Iglesia universal.
Los muertos jamás vienen a espantar
a nadie, pero sí rezan, interceden y obtienen favores a favor de los que rezan
por ellos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario