Todos
hemos asistido en alguna ocasión a un bautizo, y hemos visto como,
además del agua, al bebé se le signa con aceite en el pecho, y
también en la cabeza. Nos habremos dado cuenta de que el
sacerdote toma
el aceite de frascos distintos, porque también estos aceites (óleos)
son distintos. El primero, que se le pone en el pecho, es el óleo de
los catecúmenos (los que se van a bautizar), es un simbolismo de la
protección, una coraza que les defenderá del maligno. El segundo es
el crisma, con él somos ungidos como sacerdotes, profetas y reyes,
lo mismo que si fuéramos Cristo (nombre que significa "el
ungido del Señor").
La palabra crisma proviene de latín chrisma,
que significa unción. El crisma se hace con aceite de
oliva
y aromas o materia olorosa "Pues nosotros somos para
Dios
el
buen olor de Cristo…"
(2 Cor.
2,15).
El
crisma además es
la materia esencial en el sacramento de la Confirmación, y
en la ordenación de los sacerdotes y obispos. También se usa en la
dedicación y consagración de una iglesia y de un altar.
En
la liturgia también se utiliza otro aceite, el óleo de los
enfermos, que se administra en el sacramento de la Unción de
Enfermos. El óleo de los enfermos, cuyo uso atestigua el apóstol
Santiago, remedia las dolencias de alma y cuerpo de los enfermos,
para que puedan soportar y vencer con fortaleza el mal y conseguir el
perdón de los pecados.
Estos
aceites, y para toda la diócesis, son bendecidos o consagrados en la
Misa
Crismal, que presidida por el Obispo, se suele celebrar el Jueves
Santo por la mañana.
El
Crisma es consagrado y los otros Óleos son bendecidos. En algunas
diócesis se ha cambiado al Martes Santo puesto que el jueves es un
día más complicado por motivo de las
procesiones
de Semana Santa, que
obliga a los sacerdotes a acompañar a sus Hermandades.
Esta
misa crismal, es
presidida
por el Obispo
y concelebrada con los presbíteros de la diócesis, que
durante esta
Eucaristía
renuevan las promesas sacerdotales que hicieron el día de su
ordenación.
Esta
celebración se viene haciendo desde el s II, en estos primeros
tiempos de la Iglesia los catecúmenos se preparaban y recibían los
sacramentos de iniciación cristiana, bautismo, confirmación y
eucaristía, en
el mismo día, durante
la Vigilia Pascual, en la noche del Sábado Santo. Los óleos
utilizados para estos sacramentos se bendecían el Jueves Santo
anterior.
En
nuestra comunidad cristiana esta Misa es uno de los momentos más
importantes, puesto que en ella el Espíritu Santo se hace presente
en esta materia (aceite y perfume) que es el Santo Crisma. Así
pues el Santo Crisma, es decir, el óleo perfumado que representa al
mismo Espíritu Santo, le
es dado
junto
con sus carismas el día del
bautizo y de la
confirmación a
catecúmenos y confirmandos. De ahí la solemnidad e importancia de
esta Misa Crismal.
Como
se ha dicho, otro
tema importante de la misa crismal es el sacerdocio. Al entregar el
misterio de la eucaristía a la Iglesia, Cristo instituyó también
el sacerdocio. La consagración del crisma y la bendición de los
otros dos aceites ha de ser considerada como una de las principales
manifestaciones de la plenitud sacerdotal del obispo. Los textos de
la misa presentan un conjunto catequético no solamente acerca del
sacerdocio ministerial, sino también relativo al sacerdocio general
de los fieles: en la antífona de entrada, la asamblea aclama:
"Jesucristo nos ha convertido en un reino, y hecho sacerdotes de
Dios, su Padre". Por
ello, nosotros, como Pueblo de Dios tenemos derecho y obligación de
conocer y participar vivamente de este don del sacerdocio común que
se nos ha entregado.
Marisa
Trócoli Verdejo (Estudiante de Liturgia)
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